Anuncio de la apertura de la cafetería de José María Iparraguirre.
Iparraguirre emigró a América en 1858 junto a su novia Ángela Querejeta. Trató de vivir como músico en Buenos Aires, pero fracasó. Tras casarse con Ángela se trasladó a Uruguay, donde su primo Domingo Ordoñana le ofreció un rebaño y la oportunidad de vivir como pastor. Tres años después abandonó el pastoreo y se trasladó a Montevideo.
Juan Manuel Besnes. "Vista de oeste de la ciudad de M.teVo...” Museo Histórico Nacional de Uruguay. Montevideo.
Allí el navarro Martín Díaz le prestó dinero para que pudiera abrir un café y este es el anuncio que publicó el periódico La prensa oriental en agosto de 1861:
Lo que ocurrió después se lo contó su viuda Ángela Querejeta en Buenos Aires al periodista Francisco Grandmontagne en su despacho de la revista La Vasconia en 1897:
“Alquilamos una casa para establecer el negocio, y lo primero que hizo Joshe Mari fue mandar pintar en las paredes, adentro y fuera, el roble de Guernica; por todas partes no se veía más que el árbol, y en la fachada puso un gran letrero que decía: “Café del Gernicaco arbola”.
Ángela Querejeta.
El periodista le preguntó si iba mucha gente al café y Ángela le respondió que sí.
“ - ¿Harían ustedes un gran negocio?
- ¡Calle usted, por Dios! Usted ya sabe como era el finado. ¡Ay ene! Venían al café ocho o diez clientes juntos, le convidaban a Joshe Mari a tomar la copa, y él, para corresponder, los convidaba luego a todos. Se corrió la voz de cómo era el pulpero, y… ¡cómo iba a faltar gente en el café! Allí no pagaba más que el que quería pagar, y querían, tampoco pagaban, porque Joshe Mari no les quería cobrar.¡Figúrese, señor, cómo andaría todo aquello! Yo me desesperaba; pero, ¡qué!, ni caso me hacía. Toda la noche era el cafetín una pura farra; déle cantar con todos los marchantes, y sin cobrar a ninguno. Hasta los compadritos del Paso del Molino aprendieron a cantar el “Guernicaco”, el “Iru damacho”, el “Guitarra zarcho bat” y todos los zorcicos. ¡Claro! Le fundimos la platita a don Martín y cerramos el café…, bueno…, nos lo hicieron cerrar, porque lo que es por Joshe Mari hubiera seguido abierto hasta el fin del mundo.”
Auguste EARLE. “Aduana de Montevideo.” Museo Histórico Nacional de Uruguay. Montevideo.
Nuestro más sincero agradecimiento al historiador vasco uruguayo Alberto Irigoyen por ofrecernos esta curiosa noticia.