El bandolero honrado
Nació en 1796 en Galdakao (Bizkaia). Sus acciones como bandolero comenzaron en 1820 y como otros muchos contemporáneos, aprovechó un período convulso de guerras para vivir del robo, abandonando la vida campesina que le correspondía de nacimiento. Conoció numerosas cárceles de las que en algunos casos huyó y en otros fue indultado. Sus acciones se desarrollaron principalmente en la geografía vizcaína con algunas incursiones en las vecinas Alava y Gipuzkoa.
Una de las características del bandolerismo vasco de esta época era el no formar bandas estables. Es decir, que se reunían en grupos según las necesidades de cada robo. Pero estas bandas establecían unas rígidas relaciones jerárquicas y Patakon siempre aparece como jefe del grupo. Esto indica que era un personaje de marcada personalidad capaz de mantener un liderazgo fuerte entre sus colegas.
También en la década de 1840 se le atribuyen muchos robos, hasta que en 1847 fue detenido y enviado a la cárcel de Cartagena. Posteriormente fue enviado a las cárceles de Ceuta y Melilla. Consiguió huir y aunque no está documentado, fue apresado por un moro y lo vendió como esclavo. Murió siendo esclavo, como pastor, en Africa.
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Sin embargo, la tradición popular ha mantenido lo siguiente: "Patakon, dekoneri kendu eta estekoneri emon." "Patakon, quitar al que tiene y dárselo al que no tiene."
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"Asalto en el camino". LAMOTE, Alex de. La fille du bandit. Scenes et moeurs de l´Espagne contemporaine. Paris, 1874. ZM
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Según la tradición oral de Dima (Bizkaia), en el monte Aramotz, hay huellas del caballo de Patakon. Herraba a su caballo al revés, de tal forma que, tras cometer un robo, pensaban que se había ido por donde había venido. Robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Inteligente y sensato, Patakon podría considerarse un ejemplo del bandolero social, ya que robaba para luchar contra el sistema. Aunque, desde Robin Hood, la tradición oral recoge este concepto en todas las culturas, la documentación no lo confirma, al menos en este caso. La mayoría de los bandoleros robaban para sobrevivir y no estaban, ni mucho menos, dispuestos a repartir sus ganancias entre los pobres.