Primero, que para organizar expediciones se necesitaban dos cosas: dinero y dinero. También le aconsejó que adquiriera experiencia eligiendo al principio objetivos modestos. Así pues, desaconsejó como un sueño prácticamente irrealizable su primera idea de atravesar el continente africano de desde Sudáfrica hasta Libia, unos 7.500 kilómetros en su mayoría nunca hollados por pies europeos.
Como no recibió ninguna ayuda económica, agotó todos sus recursos en el primer viaje de 1874, que realizó con su mujer y la hermana de ésta. A su vuelta en 1877 había enterrado a su hija nacida en África; él mismo habría de padecer fiebres intermitentes durante el resto de su vida; le tuvieron que prestar dinero para volver de Madrid a Vitoria, donde nadie le dio la bienvenida. Perro no volvió con las manos vacías. Había realizado la investigación más profunda de Guinea hasta la fecha: mapas detallados de la costa y el interior, clasificación por primera vez de plantas e insectos desconocidos (por los europeos, naturalmente); levantamiento de un observatorio meteorológico que media el viento, la lluvia, la humedad y presión atmosférica; prospecciones minero-geológicas, recogida de datos etnográficos sobre las tribus locales, sus lenguas, costumbres, religiones, música, etc. Cuando la Sociedad Geográfica publicó sus mapas e investigaciones, adquirió notable fama y fue nombrado miembro de la Real Academia de la Historia.
El lema de su reorganizada asociación La exploradora fue el siguiente: El porvenir de España está en Africa y la gloria de Euskaria es que sus hijos la exploren.
Volvió a África en 1884 y exploró una región de 14.000 Km. cuadrados . Hubo de volver por problemas de salud, y promovió los más diversos proyectos, como la invención de una ligera caja tipográfica de composición para su uso en imprentas, un contador de agua automático, un fototaquímetro, etc. También hizo observaciones astronómicas y se dedicó a diferentes actividades. Iradier no podía estar inactivo. Sin embargo, su vida transcurrió entre loas excesivas o los más profundos olvidos.