El atraso secular de la educación española, que los distintos gobiernos no consiguen superar, se convierte en un tópico de la crítica periodística, que las caricaturas resumen gráficamente en la imagen del maestro que se ve obligado a comer sus propios libros para sobrevivir.
Aleluya. El maestro de escuela. El Motín, año IX nº 11. Madrid, 17-III-1889
Por ser útiles al país. El Loro, año II nº 43. Barcelona, 18-IX-1880
El porvenir de la patria se cifra en la educación de la juventud, el gobierno se propone facilitarla... La Carcajada, nº 34 Barcelona, 3-X-1872.
Restos vivientes de un maestro de escuela. El Garbanzo, año I, nº 3. Madrid, 1-VIII-1872
Es tal nuestra fortuna, que en cada escuela existe un Juan Ayuna. El Buñuelo, nº 13. Madrid, 24-VI-1880.