En el último tercio del siglo XIX, 1870, los adelantos técnicos posibilitaron la publicación de imágenes de gran tamaño a todo color a un precio asequible. Pero fue la libertad de expresión, pese a los muchos obstáculos que seguía encontrando, su principal promotora: por un lado, el humor permitía desviar más fácilmente las tijeras de una censura algo más permisiva; por otro, el largo camino que faltaba por recorrer hasta la normalización política hacía que arreciaran las críticas al sistema y los gobiernos que lo sustentaban.